El amor de una madre: Margarita de Beaufort y Enrique VII Tudor

El amor de una madre: Margarita de Beaufort y la obsesión porque su hijo Enrique Tudor sea rey.

Margarita de Beaufort logró dos cosas que fueron, para ella, muy importantes. La primera, y la más importante, era lograr que su hijo Enrique Tudor, de una familia noble pero con escasísimas posibilidades de llegar a la corona, fuera rey de Inglaterra. La segunda, terminar con la guerra civil de más de treinta años que arrasó a su país, la Guerra de las Dos Rosas.

Margarita de Beaufort tuvo en 1457, a la edad de 13 años, un hijo llamado Enrique Tudor. Sería el último. El parto fue especialmente difícil y ella, dada su corta edad y su contextura corporal pequeña, estuvo cerca de la muerte, lo mismo que su bebé. Ya no podría concebir más. De allí vino su amor profundo por su hijo único; era correspondido, Enrique Tudor amaría a su madre casi sin límites.

Margarita nació en 1443 y, después de la muerte de su hermano, se convirtió en única hija y heredera de John Beaufort, primer duque de Somerset. El duque partió para Francia, cuando su mujer estaba embarazada, en una de las desastrosas campañas del rey medio demente Enrique VI. Acusado de traición a poco de volver a Inglaterra en 1450, murió poco después dejando a Margarita huérfana de padre.

Antes de morir, su padre quiso asegurarle un futuro y la casó con un pariente, John de la Pole, hijo del duque de Suffolk, después de obtener la licencia papal dado que el derecho canónica prohibía uniones matrimoniales de familiares tan cercanos. Margarita tenía siete años.

Margarita nunca reconoció este matrimonio. Ayudada por el rey Enrique VI, obtuvo la garantía de las tierras de su padre ante el posible reclamo de dos hermanastros del rey: Jasper y Edmundo Tudor. Pero la fortuna quedó en familia. A la edad de 12 años, el monarca logró casarla con este último, que la doblaba en edad. Al parecer, hubo una verdadera atracción mutua y pudo haber sido un matrimonio feliz.

Pero el casamiento estuvo trágimente atravesado por la Guerra de las Dos Rosas, que comenzó en 1455. Estando Margarita embarazada de siete meses, Edmundo Tudor, que apoyaba al bando de los Lancaster, fue apresado por los York y murió de peste en 1456. Lo único que le quedaba a Margarita era su hijo Enrique. Y le dedicó su vida.

Una mujer sola en la Edad Media estaba destinada al abandono y la arbitrariedad en un mundo por demás arbitrario y peligroso. Decidió casarse por tercera vez, a los catorce años, con Enrique Stafford, entonces de 26 años. Su nuevo marido era el hijo del primer duque de Buckingham, Humphrey Stafford. Y también necesitaron de una dispensa papal porque eran primos segundos. Stafford tenía dinero, pero menos que ella. Sin embargo, como seguía a los York, el casamiento le daba más seguridad a quienes la perseguían por su fidelidad lancasteriana.

La seguridad del matrimonio tuvo un alto precio para Margarita: debió dejar a su amadísimo hijo (una mujer que se casaba no podía criar hijos de otro matrimonio) al cuidado de su cuñado, Jasper Tudor. Tuvieron un matrimonio feliz. Pero el alejamiento de su hijo se hizo más agudo cuando Enrique VI fue depuesto en 1461 por el duque de York, el futuro rey Eduardo IV. Ante la posible venganza de la casa de los York, Jasper Tudor se exilia en Francia, llevando consigo al pequeño Enrique Tudor, de cuatro años. La distancia entre madre e hijo se vuelve más dolorosa.

La felicidad matrimonial de Margarita terminó en 1471, cuando Enrique Stafford murió en combate defendiendo la causa de los York. Otra vez quedaba viuda, ahora a los 28 años. Margarita se sintió aliviada por el retorno de su cuñado Enrique VI al trono. Pero la vuelta del monarca fue fugaz; en poco más de un año, Eduardo IV volvió a destronar al rey Lancaster y, esta vez, decidió cortar de raíz con el problema y asesinarlo. Alarmada por el cambio de color partidario y, dado su buen olfato político, le envía a su hijo Enrique Tudor, de catorce años, un mensaje con un enviado fiel y secreto: Run! Fiel seguidor de los consejos de su madre, se exilia en Francia junto con Jasper Tudor. Desde entonces, la comunicación entre madre e hijo sólo se dará por cartas y mensajes cifrados.

Era necesario un nuevo matrimonio para protegerse.  Un año más tarde se casó con un hombre inmensamente rico, Thomas Stanley. No era el dinero, que ella tenía en abundancia, lo que produjo esta unión de conveniencia, sino la protección política que le ofrecía su nuevo marido, Lord Condestable de Eduardo IV.

Como la obsesión de Margarita era su hijo, maniobró con astucia política la situación y obtuvo del rey el permiso para que volviera de Francia. Para ello, tomó su matrimonio con Stanley como plataforma para entrar en la corte del rey Eduardo IV y se volvió íntima amiga de su esposa Isabel Woodville (cuya familia había sido casi exterminada por los Lancaster) e incluso se convirtió en madrina de una de sus hijas.

Margarita vivió doce años de tranquilidad. Hasta que un hecho fatal volvió a ponerla en peligro; el rey Eduardo murió en 1483, aparentemente por su excesiva afición al alcohol. Si bien éste había dejado como heredero a su hijo, que sería Eduardo V, el entonces niño de doce años no pudo llegar al trono. Su tío, el hermano de su padre, se coronó como Ricardo III. El rey, pintado de manera abominable por William Shakespeare y Tomás Moro, había puesto en prisión en la Torre de Londres al niño heredero junto con Richard Shrewsbury, duque de York, de nueve años, que también podía ser aspirante a la corona. En el episodio quizá más espantoso el reinado de Ricardo III, éste decide asesinar a los niños para terminar con cualquier posible peligro de desafío a su corona.

Margarita entra en pánico por su hijo, que se encontraba en grave peligro de ser también asesinado por el rey dada su lealtad a la casa de los Lancaster. Ricardo le había quitado todas sus propiedades, que transfirió a su marido Stanley. Sin embargo, Margarita logra impedir (o al menos atrasar) la prisión (y eventual muerte) de su hijo, al trabar amistad con la esposa del rey, Ana Neville. De manera secreta, urde un complot con la esposa viuda de Eduardo IV, Isabel Woodville, para deponer a Ricardo. Dado que el hijo de Isabel, el que iba a ser Eduardo V, ha sido asesinado, ambas acuerdan que el futuro monarca sea Isabel de York, la hija mayor de Eduardo IV y de Isabel.

Pero Margarita tiene planes más ambiciosos para su hijo. Participa en la rebelión de la mano derecha de Ricardo III, Henry Stafford, segundo duque de Buckingham, que estalla en 1483. Margarita aprovecha las relaciones de parentesco; Henry es hijo de Humphrey Stafford, es hermano de su tercer marido, además, está casado con una parienta directa que se llama, también, Margarita Beaufort. La revuelta está apoyada por Enrique Tudor desde Francia. La legitimidad para acceder al trono le viene, justamente, por su madre Margarita: ella es la tataranieta de John de Gaunt, duque de Lancaster, cuarto hijo de Eduardo III.

Buckingham es derrotado por el rey Carlos y ejecutado. Pero Margarita decide jugar todavía más fuerte y comienza a hacer preparativos para el desembarco de su hijo en Inglaterra con la idea de ponerse al frente de la rebelión. Ha estado catorce años exiliado en Bretaña, protegido por el duque Francisco II. La idea es que se convierta en rey tomando por esposa a Isabel de York. Pero para eso, todavía hay que vencer a Carlos.

El primer intento de desembarco de Enrique Tudor en Inglaterra, con apoyo material del duque de Bretaña, es un fracaso. Es necesario realizar más actividad en el propio país para asegurarle una punta de lanza. Margarita se ocupa de eso. Con una pequeña fuerza compuesta de franceses y escoceses, Enrique se dirige a un territorio que le es amigable: Gales, donde nació y donde los Lancaster son especialmente fuertes. El desembarco se produce en Mill Bay, Pembrokeshire, cercano a su lugar de nacimiento.

Una buena noticia llega a Margarita; le llega secretamente un rosario de parte de su hijo, confirmando que ha desembarcado con éxito en Inglaterra. Ahora Margarita comienza a trabajar contra Carlos influenciando a su marido Stanley, que es uno de sus aliados y comanda un ejército que puede definir el resultado de la guerra civil. Y eso es lo que sucede.

La batalla final entre Ricardo III y Enrique Tudor se da en Bosworth en 1485. El resultado futuro parece beneficiar al rey, que cuenta con unos 8.000 hombres frente a los 5.000 de su enemigo llegado de Francia. Sin embargo, William Stanley, influenciado por su esposa Margarita, decide no actuar y dejar que Ricardo sea derrotado. El final del combate lo conocemos: “A horse! a horse! my kingdom for a horse!”, le hace decir Shakespeare al rey en desgracia antes de ser ultimado en el campo de batalla. Enrique Tudor es coronado como nuevo rey en el mismo escenario del combate…por William Stanley.

La noticia de la victoria de su hijo en Bosworth le produce a Margarita uno de los momentos más felices de su vida. La Guerra de las Dos Rosas ha terminado, un Lancaster se ha casado con una York, y Enrique VII inicia una dinastía que llevará a Inglaterra a uno de sus mejores momentos: los Tudor. Margarita se convierte en la reina madre de su adorado hijo; en la corte recibe el título de “My Lady the King’s Mother”. Este, por su parte, le garantiza el derecho total de sus bienes, como si no se hubiera casado.

Ya más tranquila y a la edad de 56 años, decide tomar los votos del convento y–con el permiso de su esposo William–abrazar la castidad en 1499. Pero en 1509, recibe una noticia que la apena tanto como la obliga a volver a actuar de manera pública. Enrique VII ha muerto. En el funeral, la reina madre tiene la precedencia sobre cualquier otro miembro de la realeza, incluida Isabel de York. Ahora se prepara para la coronación de su nieto: Enrique VIII.

Afectada por la tristeza por la muerte de su hijo, Margarita muere en el mismo año 1509, dos meses después del funeral y al día siguiente que su nieto ha cumplido 18 años. Este le construye una tumba importante en la abadía de Westminster. Con Enrique VIII comienza el período de oro de la dinastía de los Tudor.

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Margarita de Beaufort en la televisión

Como no podía ser de otra manera, la figura de Margarita de Beaufort fue protagonista de series históricas británicas. En 2013, la BBC produjo “The White Queen”, centrada en tres figuras femeninas, Margarita, Isabel Woodville y Ana Neville, con el escenario de la Guerra de las Dos Rosas. Amanda Hale interpreta a Margarita.

En 2017 empezó a emitirse una continuación de la serie, “The White Princess”, que comienza con el casamiento de Enrique VII con Isabel de York, y donde Michelle Fairley interpreta a Margaret.

Ambas series se pueden ver completas en vimeo.

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Game of Thrones

El personaje ficticio de Olenna está inspirado en Margarita