El movimiento de la nueva objetividad (Neue Sachlichkeit) se desarrolló en Alemania como rechazo al expresionismo. Tuvo su mayor expresión en los años turbulentos de la República de Weimar, desde la fallida revolución bolchevique, pasando por los tiempos de la hiperinflación, disminuyendo en intensidad a medida que la prosperidad económica volvía y terminando con la llegada de Hitler al poder.
En 1999, Dennis Crockett publicó un libro crucial para estudiar este movimiento: German Post-Expressionism. The Art of the Great Disorder 1918-1924 (Penn State University Press), considerado el primer estudio profundo sobre la evolución de Die neue Sachlichkeit.
El nacimiento del Anti-Expresionismo
Los orígenes del Anti-Expresionismo se producen (además del rechazo de Dada en 1918) por la pérdida de fe en el expresionismo de una parte de sus propios miembros en los años 1919-1920.
El director del Kunsthalle de Manheim, Gustav Friedrich Hartlaub fue el creador de este término en 1923, al describir una exposición de artistas de esta nueva tendencia para una futura muestra. En un artículo posterior, “Introducción a la Nueva Objetividad: la pintura alemana desde el expresionismo”, explicaba:
lo que aquí estamos mostrando se distingue por las — en sí mismas puramente externas — características de la objetividad con la que los artistas se expresan ellos mismos.
En 1922, la revista de arte berlinesa Das Kuntsblatt se preguntaba si existía un nuevo naturalismo. El crítico de arte Franz Roh respondió que sí en 1925. Roh rechazó la descripción de Hartlaub en su artículo “Realismo Mágico: Post-Expresionismo” (traducido al español en 1927 por la Revista de Occidente); el nuevo movimiento era una especie de síntesis de impresionismo y expresionismo. Y enumeraba una lista de las diferencias con éste:
Expresionismo | Post-Expresionismo |
---|---|
Objetos extáticos | Objetos simples |
Muchos temas religiosos | Pocos temas religiosos |
El objeto reprimido | El objeto explicativo |
Rítmico | Representativo |
Excitante | Absorbente |
Dinámico | Estático |
Ruidoso | Silencioso |
Sumario | Sostenido |
Obvio | Obvio y enigmático… |
Monumental | Miniatura |
Cálido | De fresco a frío |
Coloración espesa | Fina capa de color |
Rugoso | Suave |
Como una piedra sin tallar | Como metal pulido |
Conservado el proceso de elaboración | Eliminado el proceso de elaboración |
Dejando rastros | Pura objetivación |
Deformación expresiva de los objetos | Limpieza armónica de los objetos |
Rico en diagonales | Rectangular en el marco |
A menudo con ángulos agudos | Paralela |
Trabajando contra los bordes del cuadro | Fijado dentro de los bordes del cuadro |
Primitivo | Civilización |
El realismo mágico
Juan Carlos Onetti estuvo fascinado por el realismo mágico del postexpresionismo alemán. Acuñado por Franz Roh, el oxymoron de “realismo mágico” fue usado por Massimo Bontempelli en 1927 para caracterizar a la ficción modernista. Pero su uso fue olvidado en Europa hasta que en la década de 1940 comenzó a ser utilizado para la nueva narrativa latinoamericana.
A diferencia de la literatura, en la pintura el realismo mágico no contiene escenas fantásticas, sino que muestra los horrores de la guerra sin ninguna expresión de sentimiento; es la visión atónita ante el mal que genera misterio y no puede comprenderse. En Cahiers d’Italie et d’Europe, Bontempelli señaló que el realismo mágico, según el modelo francés, invitaba al artista moderno a descubrir el encanto del inconsciente y de las aventuras impredecibles, pero sin renunciar al control de la razón humana.
En la literatura europea, el realismo mágico sólo deja algunos trazos, como en El Tambor de Hojalata de Günter Grass. El realismo mágico latinoamericano se diferencia del europeo, como lo señaló Alejo Carpentier, en que es “lo real maravilloso”. En el prólogo a El reino de este mundo, Carpentier sostiene que los europeos crean un sentido de misterio a través del uso específico de técnicas narrativas que no tienen que ver con sus convicciones culturales; los escritores europeos producen, así, un realismo mágico artificial, no relacionado con su especificidad cultural. Los escritores latinoamericanos, por el contrario, crean un realismo mágico que se deriva de su propio contexto, de sus propias experiencias, de su cultura, de la política.
En el mundo anglófono el término se difundió por una muestra que, con el título“Realisti americani e realisti magici”, tuvo lugar en 1943 en el Museum of Modern Art of New York. El director del museo, Alfred Barr, escribió: ” el término Realismo Mágico se refiere a la obra de los pintores que, sirviéndose de una perfecta técnica realista, buscan volver plausibles y convincentes sus visiones improbables, oníricas y fantásticas”.
El artista de los obreros: Karl Völker
Karl Völker, nacido en 1889 en Halle, mostró a la Nueva Objetividad en su pintura, sus diseños de arquitectura y en la confección de afiches. Estudió en 1912-1913 en la Escuela de Artes y Oficios de Dresde, donde Richard Guhr fue su maestro. Se unió al “Grupo rojo” de Berlín en 1924, y fue colaborador de la revista Das Wort. Los temas proletarios son una constante.





Christian Schad nació en 1894 en Miesbach, Baviera y estudió en la Academia de Munich en 1913. Pacifista, huyó a Suiza en 1915 para evitar el servicio militar, donde se convirtió en Dadaista. En 1918, Schad creó su propia versión del Fotograma (llamado “Schadographs” por Tristan Tzara).
Después de pasar por Italia, en 1927 se radicó en Viena, donde empezó con sus pinturas relacionadas con la Nueva Objetividad.

Posteriormente se estableció en Berlín, donde sus obras serían condenadas por los nazis (las incluyeron en las obras de Arte Degenerado en 1937). Murió en Stuttgart en 1982.

La pintura realista de la sociedad de Weimar y la brutalidad de la guerra: Otto Dix
Wilheim Heinrich Otto Dix nació en 1891 en Untermhaus (Gera, al sur de Lepzig). En 1910 comenzó a estudiar en la Kunstgewerbeschule de Dresde, donde Richard Guhr fue uno de sus maestros. Se enlistó de manera entusiasta en el ejército alemán en 1914; allí experimentó su desilusión con la guerra que mostraría más tarde en sus pinturas (tenía continuas pesadillas en donde se imaginaba vagando en medio de las ruinas de una batalla).

En 1924 se unió a la “Secesión de Berlín”, un grupo de artistas que se habían agrupado en 1898 como alternativa a la conservadora (y manejada por el Estado) “Asociación de Artistas Berlineses”. Su inclinación al realismo se mostró en pinturas como “La Trinchera” de 1923, donde mostraba cuerpos desmembrados (que eran parte del paisaje de las calles de Berlín) y la acción del gas.
El impacto fue tan grande, que el Museo Wallraf-Richartz ocultó la pintura detrás de una cortina. En 1925, el alcalde de Colonia Konrad Adenauer canceló la compra y obligó al director del Museo a renunciar.

En 1927, Dix declaró: “El objeto es lo primero y la forma es generada por el objeto”.
Su tríptico “Metrópolis”, de 1928, pintaba la sociedad alemana de entonces.
Depravada y llena de rivalidades egoístas, olvidaba las catástofes de la guerra y la hiperinflación.

Considerado como integrante del Arte Degenerado por los nazis, tuvo que trabajar para el partido. Murió en 1969.
Berlín en los años 20: George Grosz
Nacido como Georg Groß en Berlín en 1893, estudió en la Academia de Bellas Artes de Dresde entre 1909 to 1911 y entró como voluntario en 1914 pensando que así iba a evitar ser enviado al frente. Relevado por sinusitis en 1915, en 1916 cambió su nombre y apellido por George Grosz para desgermanizarlos (además de su entusiasmo romántico por los Estados Unidos).

En 1918, adhirió a la Liga Espartaquista y sería acusado en los años veinte por dichos y dibujos contra los militares y el clero. En 1922, viajó a la Unión Soviética, donde se encontró con Zinoviev, Lunacharsky y Lenin. (Mal) impresionado por lo que vio en seis meses de visita, se desafilió del Partido Comunista Alemán en 1923, aunque siguió siendo de izquierda.

Furioso anti-nazi, migró hacia los Estados Unidos y se convirtió en ciudadano americano en 1938. Allí cambió por completo su estilo y su objeto artísticos.

En 1946 publicó su autobiografía A Little Yes and a Big No. Murió en 1959.
El artista de los retratos: Max Beckmann
Max Beckmann nació en Leipzig en 1884, fue fuertemente afectado por la Primera Guerra y adhirió al misticismo y la teosofía.

Su arte logró éxito y honores durante la República de Weimar, en su larga estancia en Frankfurt, hasta la llegada de Hitler al poder.

En 1933 fue llamado un “bolchevique cultural” y, después de confiscar más de 500 de sus obras, fue incluido en la exposición de Arte Degenerado. En 1937 huyó a Holanda, donde vivió, desde 1939, en un exilio interno. Sus obras del período holandés–como sus trípticos–fueron más intensas todavía que las de Frankfurt. Murió en 1950.
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