
Un tesoro encontrado en Buenos Aires
En junio de 2008 se halló una copia casi completa de Metrópolis en el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken de Buenos Aires. Un cuarto de la película se creía perdido para siempre por los cortes salvajes que (por motivos principalmente comerciales) la UFA y Paramount habían realizado, hasta que apareció esta copia con…25 minutos “perdidos”. A partir de esta copia se ha podido reconstruir y reeditar Metrópolis. La nueva versión, estrenada en la 60 edición de la Berlinale en 2010, se acerca bastante a la original y tiene una duración de 143 minutos.

El mundo del cine, y especialmente de sus historiadores, se vio conmocionado en 2008. ¿Había aparecido una versión de la mitológica Metrópolis más completa que la restaurada con tanto celo en 2002? La respuesta fue sí. Y la nueva copia, con escenas que se creían perdidas para siempre aparecieron en el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken de Buenos Aires.
La directora del museo argentino Paula Félix-Didier se encontró con la increíble sorpresa en la misma institución. De inmediato, decidió viajar a Alemania y llevarla a la redacción del semanario hambugués “Die Zeit”. De allí, el camino siguió a Berlín.

El director de cine alemán Martin Koerber (A Berlin Lost, Otto Preminger. Ein Portrait), fue uno de los tres expertos que analizó la copia. Poco después concluyó: “Sí, es material del auténtico, conozco el filme y no hay duda”. El hallazgo fue juzgado como “sensacional”. El historiador del cine Rainer Rother, director–además–de la Filmoteca de Berlín y de la sección Retrospectiva de la Berlinale concluyó “Hay que ver la película de nuevo”.
El camino de Buenos Aires
El productor y distibuidor Adolfo Zicovich Wilson fue el responsable de haber llevado la película original por primera vez a Buenos Aires. Nacido en Rumania en 1894 e inmigrante en Argentina desde los dos meses, se inició en el mundo de la publicidad en la década de 1910, dibujando los carteles que ilustraban las entradas de los cines. Fue boletero y luego administrador del desaparecido Cine Cabildo.
En los años veinte se destacaba como distribuidor y había comprado en 1924 “Cinematográfica Terra”, que tenía como gerente general a Juan Racini y se publicitaba como poseedor del 80 % de la producción de los films alemanes, el gran cine de esos tiempos junto con el de los Estados Unidos. Wilson, compañero de ruta de Leopoldo Torres Ríos, su jefe de publicidad, viajaba todos los veranos a Europa para contratar su material y entrevistar a productores y estrellas. En 1927 estuvo en el estreno de Metrópolis en Berlín, le encantó la película, compró los derechos y volvió a la Argentina con una copia en su equipaje para que se viera en los cines argentinos.
La Argentina era un ávido consumidor de películas: en la década de 1920, se convirtió en el mayor importador del celuloide de los Estados Unidos después de Gran Bretaña. En su libro “Metrópolis” (2011), Fernando Martín Peña cita un artículo de la influyente revista suiza de cine “Close Up” publicado en febrero de 1930: “pese a que la Argentina no es un país productor de cine, debe ser uno de los más grandes consumidores del mundo. Dos millones de habitantes, doscientos cines. Noventa y cinco toneladas de película importada. Un país puede ser democrático y tener una aristocracia; puede ser capitalista y tener un partido comunista poderoso; puede ser universal pero muy cosmopolita. Argentina combina todos esos puntos. También goza de libertad. Resultado: Buenos Aires es la perfecta ciudad cosmopolita del cine”.
Metrópolis se estrenó en Buenos Aires el 6 de mayo de 1928 con anuncios como “Todo Buenos Aires habla de Metrópolis”, “El film que se adelantó un siglo” y “Una película de incalculable trascendencia social”. A pesar de las expectativas, la recepción fue tímida; la crítica especializada local hablaba de un triunfo en lo formal pero insuficientemente sustancioso, y escribía que le faltaba “claridad narrativa” y que “tal cual está hecha, es sólo una película de mucha técnica nueva, pero de muy poco interés”
Leer el artículo de Mariano Kairuz, “La dama en la lata”, Radar, Pagina 12, 4 de abril de 2010
Tiempo después (seguro ya en 1942), la copia llegó a las manos del coleccionista, productor y crítico de cine Manuel Peña Rodríguez, director de la sección de cine del diario “La Nación” entre 1933 y 1943 y creador del Museo Cinematográfico Argentino en 1941 que, después de pedir un crédito al Fondo Nacional de la Artes que no pudo saldar por su enfermedad, le vendió su colección a fines de los años sesenta.
La colección pasó al Museo del Cine Pablo Ducrós-Hicken en 1992. Y quedó embalada. Hasta que en 2008 comenzó su gestión como directora Paula Félix-Didier.
El camino de Paula Félix-Didier
El hallazgo de una versión completa de Metrópolis no resultaba creíble para la Kinemathek alemana, que vivían recibiendo noticias sobre tesoros falsos. Había que encontrar una conexión. Félix-Didier quería que la noticia se anunciara en Alemania, la patria de Fritz Lang y lugar de producción de la película. Para ello se contactó con la periodista alemana Karen Naundorf, que había trabajado para “Die Zeit” durante cinco años. En una cena le confió el secreto: había descubierto una copia de Metrópolis más extensa que la versión restaurada en 2002.
“En Alemania no nos creían”
El hallazgo local de una versión con 25 minutos más de Metrópolis, de Fritz Lang, sacudió al mundo de la cultura. Paula Felix-Didier, directora del Museo del Cine, donde apareció el histórico filme, contó los pormenores del impensado hallazgo.
El camino de Fernando Martín Peña
En esta historia, el crítico, docente, investigador, coleccionista, divulgador de cine y presentador de televisión Fernando Martín Peña se convirtió en una pieza clave. Peña había fundado en 1993 la revista de cine Film, que codirigió junto a Paula Félix Didier, Sergio Wolf y Aldo Paparella hasta 1998 y, en 1994, había creado, junto a Octavio Fabian, la Filmoteca Buenos Aires.
Peña tenía una fuerte sospecha sobre la existencia de una versión completa de Metrópolis por una anécdota que Salvador Samaritano le contó en 1986: en una función en Cine Club Núcleo se había roto una ventanita de la sala de proyecciones, la pantalla flameaba y Samaritano había tenido que usar su dedo (en una experiencia que sería inolvidable en cuanto al sufrimiento de su dedo) para sostener la película “más de dos horas”. ¿Cómo dos horas si Metrópolis dura menos? Peña supuso que podía ser la versión completa.
Fernando Martín Peña describe los avatares de la película en la revista “La mujer de mi vida”, Año 6, n° 52.
“Hacia 1998 supe, gracias al periodista Paraná Sendrós, que la colección Peña Rodríguez había sido donada finalmente al Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken. Traté de que me autorizaran a verla pero Sendrós, empleado del Museo, me anticipó apesadumbrado que casi todas las colecciones del organismo estaban embaladas porque iban a mudarlo de la sede que ocupaba en la calle Sarmiento a un edificio mejor, situado en Defensa y San Juan. En 2004 volví a intentarlo pero David Blaustein, entonces director del Museo, me dijo apesadumbrado que tenían casi todas las colecciones embaladas porque estaban por mudarse a un edificio en Barracas. Tuve una extraña sensación de @déjà vu@.
En abril de este año me vino a ver Paula Félix-Didier, que fue designada directora del Museo en enero, para renovar los acuerdos de colaboración que yo tenía con Blaustein. Le dije que sí, siempre y cuando me permitiera revisar la colección Peña Rodríguez porque necesitaba comprobar una hipótesis que ya había cumplido la mayoría de edad. La imaginé diciéndome que no iba a ser posible, que ya estaban casi todas las colecciones embaladas para mudar el Museo a Lanús, pero no fue así y en menos de una semana pude ver por primera vez el material.

No hizo falta más de media hora: se sucedían imágenes nunca vistas y textos que sólo se encuentran en la reconstrucción de Patalas. Esa copia de Metrópolis que tiene el Museo del Cine, que antes fue del Fondo Nacional de las Artes, antes de Manuel Peña Rodríguez y antes de Adolfo Z. Wilson, es la única que aún existe de la versión original de Fritz Lang”.
En busca de una trama perdida. La historia recobrada
El novelista Robert Bloch, autor de “Psicosis”, contó que una vez, durante una charla, le preguntó a Fritz Lang sobre Metrópolis. Y Lang le respondió: “¿Por qué tanto interés en una película que ya no existe?” No sabía que alguna vez el film sería recobrado.
Las escenas recobradas en la nueva copia incluyen aspectos claves de la vida cotidiana en la ciudad de los trabajadores (que aparecían poco en la versión de 2002), como el interior de una casa o la forma en que operaba el sistema de ascensores. También cobran más fuerza los personajes secundarios como Josaphat, el asistente bondadoso de Joh Fredersen , el malvado Hombre Delgado y el trabajador-hermano 11811, que cambia su identidad con Freder Fredersen, para que este pueda bajar al mundo subterráneo. Aún más, la copia recobrada permite comprender el hilo argumental de la película: el odio de Rotwang por Joh Fredersen, con la escena en que este ve la cabeza gigante de Hel, que resulta ser la manzana de la discordia con el inventor, un amor perdido (para uno por la muerte, para otro por el abandono) al que Rotwang quiere volver a darle vida.
Dato más que simpático. Los intertítulos que incluyó Wilson en la versión estrenada en Buenos Aires utilizan el castellano local. Son intertítulos tangueros, señala Félix-Didier.
Como la copia hallada no estaba en las mejores condiciones por sus “múltiples rayas”, se emprendió una tarea de restauración que finalizó en 2010.
Comparación entre versión original encontrada en Buenos Aires y la restaurada
Y un trailer de la versión restaurada
La maravillosa aventura de la Metrópolis recobrada puede verse en la página de cine argentino:
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