Leí (una con detenimiento y otra a vuelo de pájaro) dos biografías sobre Freud buscando algo particular. No encontré nada (o casi nada) de lo que originalmente buscaba. Pero una de ellas me pareció muy buena para historiadores. La otra, descartable. Mi mirada es la de un historiador, no la de un psicoanalista (así que soy un lego en cuestiones de diván, más allá de ser paciente).
Aunque leyendo la de Roudinesco (y con conocimientos de alemán, míos, muy limitados), entiendo el porqué de la traduccion de ich (yo) y über-ich (superyo), pero me parece más confusa la de es por ello. Cuestión para psicoanalistas.
La buena. Élisabeth Roudinesco “Sigmund Freud en su tiempo y en el nuestro”, Buenos Aires, Debate, 2015.
Roudinesco (que estuvo en Buenos Aires y La Plata hace poco) escribió este libro (se tradujo al español un año después de publicarse originalmente en Francia), que leí alentado por otra biografía que me gustó (hace mucho): “Lacan. Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamientoBuenos Aires”, Buenos Aires, FCE, 1994.
Hay muchas biografías de Freud, quizá tanto o más valiosas que la de Roudinesco. Pero hay algunas cosas que me gustaron de esta última para un historiador:
1. Excelente ubicación histórica del personaje: La descripción de por qué Sigmund Schlomo Freud (tan ateo y crítico del judaísmo hasta entonces) se vuelve más apegado a sus fuentes religiosas y se acerca a la B’nai Brith por la elección como alcalde de Viena del populista (de derecha) y antisemita Karl Lueger en 1897 (se opone el emperador Francisco José y recién asume en 1914) y hasta 1910 es muy buena. Vale la pena leer esta parte junto con el capítulo que le dedica a Lueger Carl Schorske en “La Viena del fin de siglo. Política y cultura”, Buenos Aires, Siglo XXI, 2011.
2. El pensamiento de Freud en la historia general de las ideas. La razón por la cual Freud es más un hijo de la Aufklärung alemana (con su romántico Sturm und Drang mezclado con el imperativo ético categórico de Kant) está muy bien explicada.
3. El fin de la idea racional del progreso. Si bien todos sabemos que la Primera Guerra Mundial terminó de dar por tierra con la idea positivista de evolución hacia el progreso, el impacto que tiene la guerra en Freud (que admira a la monarquía inglesa, desprecia a la revolución francesa y no confía en la democracia) es un aporte muy interesante para ver este cambio en una figura intelectual de tal calibre; lo lleva a escribir desde “Psicología de las masas y análisis del yo” en 1921 (siguiendo a Le Bon) hasta interesrse (activamente) en el mundo del espiritismo (sabemos que, en buena medida, el espiritismo se hizo todavía más popular en Europa cuando las madres que habían perdido a sus hijos en la guerra querían comunicarse con ellos).
La mala. Frederick Crews, “Freud: The Making of an Illusion” , Nueva York, Metropolitan, 2017. Un ataque visceral contra el personaje y el psicoanálisis que, por lo menos para un historiador, resulta una lectura aburrida: es, más bien, sobre la juventud de Freud, y llega a hablar de La interpretación de los sueños…pasada la página 500. Lectura poco interesante.
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