La colección Feminismos, de Editorial Cátedra, ha reeditado en 2016 este magnífico libro.
“A todas las nuevas mujeres y a los nuevos hombres”. Esta es la dedicatoria con que se abre uno de los libros más influyentes del siglo XX. Publicado en 1963 en los Estados Unidos como “The Feminine Mistique”, fue un manifiesto visionario (de importancia sólo equiparable a “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir) que hizo temblar a una sociedad conservadora signada por el american way of life, marcada por los valores machistas del baby boom y atravesada por los conflictos raciales. La primera edición (modesta) de 3.000 ejemplares, dio lugar a una rápida reedición de 600.000 ejemplares y a otra de un millón.
A este influyente libro se lo consideró como la bandera de la “Segunda ola de feminismo”, siendo la primera el sufragismo.
En 1964 ganó el Premio Pulitzer. En 1965 se tradujo al castellano y fue publicado por la editorial barcelonesa Sagitario, en medio de las sombras del franquismo.
El libro–con un extraordinario uso de las entrevistas–fue la respuesta a una paradoja: en la década de 1950, las mujeres retornaban (retrocedían) al papel enjaulado de amas de casa después de haber logrado algunas conquistas en los años previos.
Así decía Betty: “De acuerdo con la mística de la feminidad, la mujer no tiene otra forma de crear y de soñar en el futuro. No puede considerarse a sí misma bajo ningún otro aspecto que no sea el de madre de sus hijos o esposa de su marido. Y los artículos documentales presentan reiterativamente a las nuevas amas de casa de la nueva generación que ha crecido bajo esta Mística, a las que ni siquiera se les plantea ese problema en su interior”.
Sobre esta idea se construyó la idea de Betty: un modelo artificial se había impuesto (adueñado) a la sociedad estadounidense en pocos años, cambiando las tendencias de un siglo sin causa alguna. Lilí Álvarez, en el prólogo a la edición española de la obra, señalaba que la mística era una “bonita mentira” que pretendía “recluir a la mujer dentro del círculo hogareño, reducida así a la rutina de sus faenas invariables y a participar en el avance del mundo, no por sí misma, sino tan solo a través del marido y de los hijos”.
Betty Naomi Goldstein, que tomó el apellido de su marido Friedan (un signo de los tiempos del machismo para una escritora feminista), nació en Peoria, Illinois, en 1921 y murió en 2006, a la edad de 85 años. Escribió sus memorias con un título que mostraba su constante sentido del humor: “Mi vida hasta ahora”.
También se tradujeron al español “La segunda fase”, 1983, Plaza & Janes, en donde amplía las ideas de “La mística de la feminidad” y “La fuente de la edad”, 1994, Planeta, donde aborda los aparentes misterios y dichos así como los prejuicios de la vejez.
Un libro de película. En “Crónica de una señora” (1971), de Raúl de la Torre y libro de María Luisa Bemberg, Fina (Graciela Borges), después de intentar leer sin éxito (la interrumpen) “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir en la cama, encuentra en una librería un anaquel con una pila de libros donde está la traducción francesa (no podía ser otra cosa en esta mujer de clase alta) de Betty Friedan con una mujer enjaulada como ilustración de la tapa.
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