Visiones que, si no fueran peligrosas, podrían ser consideradas como pintorescas o estrafalarias, han aparecido por ahí señalando que los mapuches (a los que llaman con el despectivo nombre de araucanos) eran indígenas chilenos que “invadieron” la Patagonia y la Pampa central argentinas sojuzgando a los nativos ranqueles y tehuelches. ¿Aires de familia? Sí, con la historiografía blanca (especialmente bóer) que fue la verdad oficial durante la vigencia del apartheid en Sudáfrica entre 1948 y 1991.
Una historiografía de dominación: El apartheid que se impuso después de la segunda guerra mundial a partir del control de la Unión Sudáfricana por parte de los bóers y su Partido Nacional (durante el dominio colonial británico y la “era de la segregación” el racismo era usual, como lo prueban las experiencias de Gandhi en Natal, pero no aparecía tan claramente fosilizado en la legislación) generó un discurso que pretendía legitimarse utilizando la historiografía. La idea de esta narración histórica era la de una Sudáfrica “vacía” al momento de llegada de los blancos holandeses y los africanos xhosa (a los que se llamaba peyorativamente bantúes) durante el siglo XVII. Esta historiografía tenía sus complejidades para analizar la historia de Sudáfrica.
La primera de estas dificultades residía en que Sudáfrica no estaba vacía hasta el siglo XVII sino poblada por dos grupos africanos: los san y los khoikhoi. Los San y los khoikhoi seminómades (conocidos en el mundo de los blancos como bosquimanos y hotentotes) fueron los primeros habitantes de Sudáfrica, que llegaron probablemente allí unos 70.000 antes de Cristo. Respuesta de la historiografía bóer: los San y los Khoikhoi eran subhumanos (hoy su número no supera las 50.000 personas).
En 1487 la expedición de Vasco da Gama llegó a las costas de Sudáfrica, pero el primer asentamiento blanco se dio de la mano de la Compañía holandesa de las Indias Orientales que en 1625 estableció un puesto en la zona del Cabo, que produjo a partir de mediados del siglo XVII la guerra holandesa-khoikhoi. En 1795 los ingleses toman la colonia del Cabo, en 1803 los bóers la reconquistan y en 1806 los ingleses la vuelven a conquistar (si lo sabremos nosotros desde el colegio primario con nuestras primeras lecciones de la primera invasión inglesa). Como reacción a la instalación de los ingleses comienza el Gran Trek, la movilización de los bóers hacia el noreste para crear un estado independiente. Por décadas, la historiografía bóer estuvo signada por la anglofobia: un pueblo romantizado se enfrentó en dos guerras (1880-1881 y 1899-1902) contra los británicos y fueron sojuzgados después de una resistencia patriótica (algo de razón tenían en cuanto a sus sufrimientos pues los ingleses crearon los primeros campos de concentración del siglo XX con los prisioneros bóers durante la segunda de las guerras).
El triunfo del Partido Nacional en 1948 creó nuevas necesidades historiográficas al establecerse el apartheid. La anglofobia dio paso a la negrofobia. Según la nueva versión de la historia, holandeses y bantúes (xhosa y zulúes) habían llegado a Sudáfrica al mismo tiempo, en el siglo XVII, los primeros desde el sur y los segundos desde el norte. Si bien esto no se correspondía con la verdad histórica (ya hay rastros de asentamientos xhosa a partir del siglo V en la actual Sudáfrica), como la mayoría de estos grupos procedentes del norte se dio a partir del siglo XVII, parecía una verdad de fe. Como los xhosa y zulúes eran, para esta historiografía, pueblos invasores que llegaba desde el norte del río Limpopo (frontera entre Sudáfrica y Zimbabwe), los blancos tenían todo el derecho a reclamar su hegemonía frente a los africanos “extranjeros” que pedían por la igualdad racial.
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