Antes de entrar a la Capilla Sixtina, nos vemos inmersos en dos pinturas simbólicas del triunfo del catolicismo: a la izquierda una estatua romana de un dios pagano caído ante la llegada de la cruz, a la derecha un imponente cuadro de Ian Mateyko que rememora la hazaña de su coterráneo Ian Sobieski al salvar a Viena de caer en manos de los turcos en 1683.
Es más que común asociar una croissant con Paris, como lo hizo Charles Dickens, en su visita de 1872–73, donde alababa “el delicado croissant en la mesa de tocador”. Pero este producto emblemático de Francia no es de origen francés.
Hace poco, los franceses quedaron atónitos ante una noticia: las veneradas croissants eran un producto importado. Habían comenzado a venderse en el Paris del siglo XIX como una versión local de las kipfel austríacas, con mucha manteca o grasa, azúcar y, a veces, almendras (una versión aparentemente falsa ahora dice que las introdujo María Antonieta porque extrañaba este sabor de su Viena natal).
El origen del kipfel austríaco se remonta al año 1683, después del segundo sitio turco de Viena (el primero fue con Solimán el Magnifico en 1529, que se volvió menos magnífico por el fracaso en tomar la ciudad por la crudeza del invierno). Cuando la ciudad estaba a punto de caer ante el visir Kará Mustafá, el jefe del nuevo ejército cruzado cristiano, el rey de Polonia Ian Sobieski destrozó a los turcos en la mítica batalla de Kahlenberg. A la noche, Sobieski le escribió al papa Inocencio XI: “Llegué, vi y Dios venció.”
Después de la salvación, un panadero de Viena quiso celebrar el histórico evento con una masa de su creación con la forma de la medialuna musulmana y que iba a representar para cada uno de los que la probaban algo así como comerse a un turco (en realidad la medialuna ya existía en Viena, un poema para el duque Leopoldo la menciona en 1227, y algo parecido había circulado antes, pero basta historiadores de encontrar siempre antecedentes).
Como bien señaló Agustín Menéndez en su respuesta al posteo de la batalla de Ain Jalut, el atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 se produjo como una venganza islámica al 11 de septiembre de 1683, día de la batalla de Kahlenberg.
Leave a Reply